
Desde noviembre de 2024, Bolivia atraviesa una crisis climática sin precedentes, marcada por eventos extremos como lluvias intensas, inundaciones, heladas y granizadas que han golpeado duramente a todos los departamentos del país.
El Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) no ha emitido nuevas alertas, lo que indica una pausa en la temporada de lluvias. Sin embargo, las bajas temperaturas y otros fenómenos severos mantienen en alerta a las autoridades.
De acuerdo con el viceministro de Defensa Civil, Juan Carlos Calvimontes, ya son 293 municipios afectados en todo el país, de los cuales 239 se declararon en desastre y 25 en emergencia, abarcando un total de 9.379 comunidades impactadas. En cifras humanas, el saldo es alarmante: 641.339 familias afectadas y 278.393 damnificadas, además de 2.443 viviendas destruidas y 7.509 con daños parciales.
A esto se suma una nueva fase crítica: heladas y granizadas han afectado a seis departamentos, entre ellos Chuquisaca, La Paz, Cochabamba, Oruro, Potosí y Tarija. En este nuevo escenario, 114 municipios reportan daños, con 353.870 familias perjudicadas, dos fallecimientos confirmados en Oruro y cientos de hectáreas de cultivos en riesgo.
Calvimontes cuestionó la falta de declaratorias de desastre departamental por parte de algunas gobernaciones como La Paz y Cochabamba, lo que —según afirmó— impide el acceso a recursos extraordinarios para la atención de la emergencia.
Ante la magnitud del impacto, el Gobierno nacional ha anunciado el fortalecimiento de acciones coordinadas con los gobiernos subnacionales para mitigar daños en sectores vulnerables como la agricultura y el ganado.
El reporte oficial señala que la temporada de lluvias ha dejado hasta ahora 919.732 familias entre afectadas y damnificadas, 59 personas fallecidas, 10 desaparecidas y 103 familias evacuadas, configurando uno de los peores escenarios climáticos en la historia reciente del país.